HACIA UN VIDA CONSAGRADA ITERCONGREGACIONAL, INTERCULTURAL E ITINERARIA CONGRESO CONTINENTAL DE LA VIDA CONSAGRADA 13, 14 Y 15 de Agosto Palabras de clausura de la Presidenta de la CLAR, Hna. Liliana Franco, ODN
“Todos hemos traído lo poco que tenemos para hacer posible el milagro de la abundancia. Hemos juntado ingredientes, depurado, cernido y amasado juntos. Hemos experimentado el buen olor de lo sinodal, lo fraterno y lo sororal, de lo PALABRAS DE CLAUSURA que se conquista cuando unimos las manos y saboreamos la innegable vitalidad de la Vida Religiosa del Continente. El Congreso no se puede agotar aquí, será necesario actualizarlo en lo cotidiano y a punta de opciones, lo que nos queda es renovar el deseo de ofrendar la vida, ser como pan partido, partirnos, repartirnos, desplazarnos hasta esas parcelas del Reino en las que urge que se comparta el pan. En el evangelio de la liturgia de hoy, recordamos que María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, como Ella estamos convocados a abrir horizontes de nueva relacionalidad: Intercongregacionalidad, interculturalidad e itinerancia; nos corresponde movilizarnos, optar. Les propongo que a partir de lo que hemos hilvanado juntos durante este Congreso, hagamos este decálogo de opciones:
- Optar por la presencia, lugar de la gracia
- Optar por la bondadosa cercanía, abrigo ético que dignifica
- Optar por la escucha, susurro que trae la conversión
- Optar por la palabra, antídoto para la sanación
- Optar por el discernimiento, escena- rio del Espíritu
- Optar por los procesos, posibilidad de desplegar el potencial de la vida:
- Optar por lo comunitario, tejido vital que articula
- Optar por la misericordia: dinamizador del compromiso solidario:
- Optar por la interioridad, fundamen- to que repuebla de razones para exis- tir
- Optar por la Casa Común, lugar de la manifestación de Dios
Podrían ser muchas y muy variadas las opciones, esas que surgen de lo que el espíritu ha movilizado en nosotros durante este Congreso. Lo que es claro es que, este es un tiempo propicio para optar. Todos hemos traído lo poco que tenemos para hacer posible el milagro de la abundancia. Hemos juntado ingredientes, depurado, cernido y amasado juntos. Hemos experimentado el buen olor de lo sinodal, lo fraterno y lo sororal, de lo que se conquista cuando unimos las manos y saboreamos la innegable vitalidad de la Vida Religiosa del Continente. El Congreso no se puede agotar aquí, será necesario actualizarlo en lo cotidiano y a punta de opciones, lo que nos queda es renovar el deseo de ofrendar la vida, ser como pan partido, partirnos, repartirnos, desplazarnos hasta esas parcelas del Reino en las que urge que se comparta el pan”… PORQUE YA ES LA HORA…